Andrés Robles Chacón.
Los conflictos sociales siguen
creciendo en el Perú, muestra de ello es lo que ocurre en estos momentos en
Cajamarca y Cusco, paradójicamente dos lugares muy ligados a la conquista del Imperio
Inca por parte de España. En Cajamarca, el proyecto minero Conga (oro y cobre)
sigue adelante, ahora con el beneplácito y apoyo descarado del gobierno
"nacionalista" de O. Humala, el mismo que en su campaña electoral
prometió defender a los campesinos contra la minera. Hoy, Cajamarca está
movilizada para defender el agua y la vida, proponiendo la no ejecución del
proyecto Conga, la elaboración de un estudio de impacto ambiental estratégico y
el respeto a la zonificación económica y ecológica; es decir la población
cajamarquina propone salir del extractivismo minero y desarrollar su potencial
económico y cultural; todo esto porque la presencia de Yanacocha, la mina de
oro más grande de Latinoamérica y dueña de Minas Conga, ha traído más pobreza:
Cajamarca sigue siendo una zona con alta prevalencia de desnutrición
infantil crónica y distritos como Encañada, donde se ubica la mina Yanacocha,
tiene 75 % de pobreza y 40 % de pobreza extrema. La movilización de la
población cajamarquina contra la implantación de Minas Conga, apunta a la
realización de una huelga regional indefinida, que comenzará el 31 de mayo y
cuenta con el apoyo de muchas organizaciones sociales, políticas, gremios
profesionales, etc.; a pesar de la militarización ordenada por el gobierno, de la persecución
y hostigamiento a los líderes, que se traduce en juicios abiertos por la
diligente fiscalía humalista, y del bombardeo mediático desde Lima, a través de
un periodismo servil que tilda de violentistas a quienes lideran la lucha y los
acusa también de querer "parar el desarrollo", pues, según ellos, el
dinero que la minería aporta vía impuestos, sirve para reducir la pobreza; otro
engaño monumental que se erige sobre la base del soborno y las prebendas.
En Espinar, Cusco, la población se ha
declarado en huelga indefinida contra la minera Xstrata Tintaya. Al cabo de
diez días de paralización, la respuesta gubernamental es la misma, más
represión y apoyo militar a la minera, estado de emergencia y, hasta hoy, dos
muertos y centenares de heridos (entre ellos el alcalde provincial). La mina
Tintaya fue explorada en 1917, iniciando sus operaciones en 1985, a través de
la empresa estatal Tintaya S.A. En 1994, como consecuencia de la ola
privatizadora impulsada por Fujimori, la mina es comprada por la norteamericana
Magma Copper Co. pasando luego por varios propietarios hasta llegar a manos de la
gran minera suiza Xstrata.
Tintaya, produce cátodos de cobre de alta
calidad (99,99 % de pureza según Xstrata) y concentrado de cobre; en 2011
produjo 21 mil toneladas de cátodos de cobre y 74 mil toneladas de
concentrado de cobre. La explotación minera en Tintaya, debería finalizar sus
operaciones este año, 2012; pero, como ocurre con Yanacocha en Cajamarca, han
detectado más reservas de cobre en una zona aledaña, lo que alargaría la vida
de la mina hasta 2034.
El conflicto minera-población, viene de
muchos años; en el 2000 y como consecuencia de una larga y feroz lucha, la
población logró la firma del llamado Convenio Marco, que contiene una serie de
compromisos asumidos por la minera en temas ambientales y sociales. La
ejecución del Convenio Marco ha resquebrajado la relación entre comunidades
campesinas de la zona, pues, y según la vicaría de la solidaridad de Cusco, ha
sido un instrumento de asistencialismo y propaganda para Xstrata. Además los
pobladores acusan a la minera de favorecer a algunas comunidades en detrimento
de otras, desvirtuando así los objetivos del Convenio; es decir, divide y
reinarás.
Por todo esto, los pobladores piden, desde
2004, la formulación y firma de un nuevo Convenio Marco, debido a las denuncias
de nacimiento de animales con malformaciones, achacadas a la explotación de
Xstrata y a la contaminación de las aguas, concretamente los ríos Salado
y Cañipía. A finales de 2011, la Vicaría de la Solidaridad y diferentes
organizaciones representativas presentan los resultados del Estudio de
Monitoreo Ambiental Participativo, señalando que en algunas zonas, los límites
permisibles de contaminación se habían superado largamente. A principios de
2012, se iniciaron las conversaciones entre la minera y las organizaciones
representativas, con el fin de reformular el Convenio Marco, el 22 de marzo, al
cabo de cinco reuniones y al no llegar a acuerdos, los pobladores de Espinar y
sus instituciones anuncian una huelga general para el 21 de mayo.
Esta huelga general de la población de
Espinar se está llevando a cabo. El gobierno ha intervenido, como siempre,
decretando el estado de emergencia y militarizando la zona (como en Cajamarca);
alrededor de 1500 policías y militares han llegado a Espinar para resguardar el
campamento minero, la provincia de Espinar tiene alrededor de 30000 habitantes.
El Primer Ministro ha acusado de violentistas a los huelguistas y les exhorta
al diálogo (que la misma empresa rompió). El fiscal no ha querido verificar los
excesos policiales. Los reportes son nefastos: dos muertos y cientos de
heridos, entre ellos una treintena de policías.
Las poblaciones de Cajamarca y Espinar
expresan el hartazgo del ciudadano de a pié, frente a la prepotencia minera y a
la complacencia y complicidad de los gobiernos con la gran empresa; también
contra el modelo extractivista que ha significado pobreza, exclusión y grandes
desigualdades. El gobierno y los poderes fácticos tratan de convencer a los
ciudadanos de las bondades de la minería, de la cantidad de dinero que ella
produce para lograr el ansiado desarrollo y la erradicación de la pobreza.
"El Perú es un país minero", se escucha en los grandes medios. Pero,
los hechos y los datos nos muestran que el Perú es pluriproductor y
pluricutural, dueño de una diversidad en la que radica su esperanza de ser un
país nuevo, respetuoso de las personas, de sus derechos, de la madre tierra y
de las decisiones de sus pueblos.
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